lunes, agosto 22, 2005

El Gordo I

Todos lo conocen como "el guatón Marvin". De él se podrán decir muchas cosas, pero es una de las personalidades más extravagantes y dignas de análisis que he conocido. Si lo vieran, de seguro pensarían, que es una persona absolutamente normal, de hecho no sufre de ninguna patología psicológica.
Es un contador de historias, un juglar moderno. En su figura se esconden misteriosos enigmas. Al gordo todos lo quieren y para graficarlo escribo sobre él.
Hace ya más de un año fuimos a la precordillera curicana Juan Pablo, Cato, Marvin y yo. Los Queñes es el nombre del balneario en cuestión. Ninguno conocía bien el lugar y nos instalamos en el camping más barato. 500 por persona es una cifra razonable para cualquier hijo de papá con pocos recursos. Cato llevaba carne (su viejo trabaja en súper pollo), nosotros tallarines y cosas fáciles de preparar.
Allí, Marvín no encontró nada mejor que socializar con la señora de la carpa de al lado, mientras los demás pensábamos qué cocinar. Así y con nuestras cabezas echando humo, el gordo llega a los 10 minutos con la vecina, que venía, nada más ni nada menos, que a prepararnos el almuerzo. Obviamente nos sorprendimos y respondimos con un hipócrita no se preocupe señora, pero ella insistió y el guatón también.
Al rato y repuestos del almuerzo, nos relajábamos cantando un par de cosas, hasta que este singular personaje se sacó los zapatos. Compró un frasco de alcohol para el olor y nada...
Fuimos a bañarnos y él no quiso, la verdad es que yo tampoco. Nos dijo que tenía una alergia a no sé qué, que la crema la había dejado en su casa y bla-bla-bla.
Ya de noche, se ofreció para preparar el asado y nos prometió un manjar divino, que nunca olvidaríamos. Y fue así. Nos alcoholizamos de la sed de lo salado.
De amanecida, nos despertó con sus labios morados, gafas oscuras, polera verde limón y unos amenos golpes en la carpa. Tenía ánimo de todo, incluso de preparar la poca carne que quedaba... Así y con nuestro fiel amigo atrás, buscamos un sitio tranquilo y poco concurrido para bañarnos. Adiós pudor. Él también lo hizo.

2 comentarios:

c. dijo...

gracias por Sergio Hernández, ahora lo estoy leyendo... saludos, c.

Antonio Pino dijo...

Que buena foto!!!