lunes, mayo 01, 2006

Curicó

Otro fin de semana en Curicó.
Sopaipillas, pan amasado, lentejas y pollo al cognac. Tóxicos, letargo y risas al por mayor definen la estadía en casa. Se extraña el calor familiar, se siente la amabilidad y las buenas intenciones. La espontaneidad es el pan de cada día. Nadie finge. La realidad se vive en todas sus dimensiones, aunque en ocasiones las circunstancias transformen los estados.
Que bien se vive en Curicó. Se respira tranquilidad, alegría y pasión. Es cosa de ir al estadio. Todos y cada uno de los que allí concurren están identificados con su pueblo, con el sufrimiento de un pueblo, con el sacrificio de una ciudad. Todo se refleja en un equipo de fútbol, que después de muchos años de tristeza, lucha y resistencia se encuentra en el profesionalismo.
Se refleja en esos once gladiadores, en esas cinco mil almas, el tesón de una ciudad deprimida que comienza la recuperación de su memoria histórica y todo por un deporte, que los pseudointelectuales menosprecian.
Así se vive Curicó. Así queremos Curicó.